martes, 7 de septiembre de 2010

Los reclamos del movimiento obrero

    Con la llegada del radicalismo al poder, la relación del gobierno con el movimiento obrero cambió. Yrigoyen veía al Estado como el árbitro de los problemas sociales, la concepción que se combinaba con sus ideas humanitarias y paternalistas hacia los desposeídos.
    Entre 1916 y 1919 llevó a cabo una política de acercamiento hacia el movimiento obrero, actitud que también puede interpretarse como el intento por ampliar sus bases de apoyo para consolidar la armonía de clases y asegurar el éxito electoral del radicalismo. Esta política ofreció matices y diferencias según el tipo de organización sindical que actuara como interlocutora.
    El clima de efervescencia social que produjo el triunfo de la Revolución Bolchevique de 1917 agudizó el malestar creado por las condiciones de vida de los sectores populares. Se inició así un ciclo de violentas confrontaciones que terminó con la instalación de una nueva forma de relación entre el radicalismo y el movimiento obrero.
    En los años 1917 y 1918, la ola de huelgas tuvo resultados dispares. Los grandes gremios, como la FOM y la FOF, que tenían una gran capacidad de presión porque podían paralizar el comercio de exportación, consiguieron el reconocimiento de sus reclamos por la intervención de Yrigoyen, que impuso el arbitraje a las compañias marítimas y ferroviarias.
     Esta buena disposición no se mantuvo, en los casos de protestas dirigidas por solcialistas-los principales competidores de la UCR en la capital. Para estos casos el gobierno radical no dudó en utilizar rompehuelgas, despidos o represión policial, metodologías ya implementadas por los conservadores.


  Libro:Cuadernillo de historia, primero polimodal

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